¿Por qué son importantes las casas de subasta?
El mercado del arte ha sido un eje constitutivo de toda la historia humana.
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El mercado del arte ha sido un eje constitutivo de toda la historia humana. Desde la Edad Media cuando se comisionaban pinturas para iglesias y catedrales, hasta el Renacimiento donde familias tan poderosas como los Médici forjaron todo un imperio de coleccionismo artístico, se puede observar que el comercio de las obras de arte ha estado presente durante mucho tiempo. ¿Por qué, entonces, es un tema tan novedoso en el contexto colombiano? La compra y venta de obras de arte requiere de múltiples condiciones: primero, una oferta variada, y segundo, un público dispuesto a comprar. Sumado a estos factores, también se requieren espacios especializados que se encarguen de patrocinar y exhibir la oferta artística. En Colombia han existido redes donde el arte ha circulado, pero este ha llegado mayoritariamente a las familias más poderosas; a las familias que podían acceder a las piezas artísticas porque conocían a sus productores y en algunos casos los comisionaban. En algunos casos, los artistas venían de estas mismas familias.
Sin embargo, a medida que avanzaba el siglo XX, parece que las cosas empezaron a cambiar. Con la emergencia de nuevos públicos, llegó el nacimiento de diferentes espacios dedicados al arte: las galerías (EL TIEMPO, 2018). Estas, históricamente, son conocidas por ser un puente entre los artistas y el público. Los artistas y las galerías se fueron formando mutuamente. Estas últimas fueron el nido donde empezaron a crecer las primeras relaciones de compra y coleccionismo, hechos que ocurrieron hace tan poco en Colombia (y que hoy en día ha dado frutos por medio de plataformas tan grandes y sólidas como ARTBO). Los artistas, entonces, se formaron como un gremio, y el público fue aprendiendo a reconocer su trabajo y su importancia. Con todo, las galerías acercaron el arte a un público más amplio, con lo que se convirtieron en espacios transversales de tertulia.
Así, el arte empezó a salirse del espacio de elitismo al que parecía condenado en otrora. Con el paso de los años, las galerías se fueron consolidando. Fueron apareciendo públicos dispuestos a invertir en el mercado del arte, y también públicos que disfrutaban conociendo estos espacios donde la cultura de la época se mostraba en cada cuadro y muestra artística. Sin embargo, seguía faltando un factor decisivo en las plataformas de compra-venta que se estaban gestionando en el momento. Si bien las galerías acercaron las personas a los artistas, creando relaciones directas y nuevas posibilidades de nichos de mercado, los precios seguían manteniéndose muy alejados de las posibilidades de compra de una amplia cantidad de individuos.
Por estas razones, las casas de subasta se formaron como un mercado ejemplar. Si bien ya existían relaciones directas entre el público y el arte que se estaba produciendo, no existían espacios comerciales donde existieran mejores precios de compra. Las casas de subasta, en este sentido, buscan hacer una curaduría de piezas artísticas que guarden toda la esencia del mercado del arte, pero con precios más competitivos, y por ende, mayor probabilidad de compra por parte del público, y de venta por parte del artista.
Ahora bien, casas como Lefebre Subastas, han seguido un modelo donde además de obras de arte, se ha apostado por tener más piezas para todo su público. Joyas, libros, monedas, artes decorativas y pintura antigua completan la oferta de nuestra casa. Con esta oferta, por tanto, se busca acercar el arte y el diseño a un público aún mayor, manejando precios llamativos y manteniendo toda la calidad y fuerza que caracterizan al mercado del arte.
Referencias: EL TIEMPO, (2008). Investigadores reconstruyen la historia de las galerías de arte. Bogotá: Colombia. Recuperado: 29/08/2019